jueves, 28 de agosto de 2008

REINOS FRANCOS

Los francos fueron una tribu procedente de Baja Renania y de los territorios situados inmediatamente al este (Westfalia), que, al igual que muchas otras tribus germánicas occidentales, entró a formar parte del Imperio Romano en su última etapa en calidad de foederati, asentándose en el limes (Bélgica y norte de Francia). Con posterioridad establecieron un duradero reino en una zona que abarca la mayor parte de la actual Francia, así como la región de Franconia en Alemania.
La palabra franco significa «libre» en el lenguaje franco. Esta libertad no se extendía a las mujeres ni a la población de esclavos que se trasladaron con los francos libres.

Los primeros francos.
No se sabe mucho de los inicios de la historia de los francos. El cronista galo-romano Gregorio de Tours, autor de la Historia Francorum («Historia de los francos»), que cubre el período hasta el año 594, es la fuente principal. En ella cita a su vez como fuentes a Sulpicio Alexander y a Frigeridus (los cuales serían desconocidos de no ser por él), además de aprovechar su propia relación personal con muchos francos insignes. Aparte de la Historia de Gregorio, existen además otras fuentes romanas anteriores, como Amiano y Sidonio Apolinar.
Los estudiosos modernos dedicados al período de las migraciones han sugerido que el pueblo franco podría haber surgido de la unificación de grupos germánicos anteriores más pequeños (Usipeti, Tencter, Sugambri y Bructeri), que habitaban el valle del Rin y los territorios situados inmediatamente al este. Esta unión podría estar relacionada con el aumento del caos y las insurrecciones acontecidas en la zona como resultado de la guerra entre Roma y los marcomanni, que había comenzado en el año 166, así como de los conflictos derivados de ésta durante la segunda mitad del siglo II y el siglo III.
La primera vez que los autores clásicos de la antigüedad nombran al territorio de los francos es en la colección de relatos laudatorios de emperadores romanos Panegyrici Latini (Panegíricos Latinos), a principios del siglo IV EC. En esa época tal territorio se correspondía con el área situada al norte y al este del Rin (la Renania actual), con unos límites difusos encerrados en el triángulo entre las ciudades de Utrecht, Bielefeld y Bonn de hoy día. En el citado territorio se situaban las tierras de la confederación de tribus francas de los sicambros, los Salios, tencteros, usipetos, vindelices, brúcteros, ampsivaros, camavos y catos. Algunas de estas tribus, como los sicambros y los francos salios suministraban tropas a las fuerzas romanas que protegían el limes (las fronteras del imperio).
En un principio, los francos se dividían en dos grupos, cuyos nombres derivarían, según algunas interpretaciones, de sus asentamientos en torno a dos ríos:
los francos salios habitarían, a mediados del siglo III d. C., el valle inferior del río Rin, en los actuales Países Bajos y noroeste de Alemania. Su nombre estaría vinculado, según unos al río Ijssel (forma antigua Isala, como otros cursos de agua Isère, Yser, Isar);,según otros al vocablo germánico «see» (mar), y según los menos al también germánico «sal» (cabestro).
los francos ripuarios habitarían el curso medio del río Rín, y su nombre derivaria del vocablo latino «ripa» (río), en el sentido de la gente del Rin.
Ya en el siglo IX (si no antes) la división entre ambos era prácticamente inexistente, pero durante algún tiempo continuó siendo aplicada en el sistema legal por el que una persona podía ser juzgada.
Por su parte, Gregorio afirma que los francos vivieron originalmente en Panonia, pero que más tarde se asentaron a las orillas del Rin. Existe una región al noreste de la actual Holanda (al norte de lo que una vez fue la frontera romana) que lleva el nombre de Salland, y podría haber recibido ese nombre de los salios.
Hacia el año 250, un grupo de francos, aprovechándose de la debilidad del Imperio Romano, llegó hasta Tarragona (en la actual España), ocupando esta región durante una década antes de que las fuerzas romanas los doblegaran y expulsaran de territorio romano. Unos cuarenta años después, los francos tomaron el control de la región del río Escalda (actual Bélgica), interfiriendo en las rutas marítimas de Bretaña. Los romanos pacificaron la región, pero no expulsaron a los francos.
Véase también: Francos salios y Francos ripuarios

Los francos en el Imperio romano.
Entre los años 355 y 358, el emperador Juliano volvió a encontrarse con las vías fluviales del Rin bajo el control de los francos, y una vez más volvió a pacificarlos. Roma les concedió una parte considerable de la Gallia Belgica, momento a partir del cual pasaron a ser foederati del Imperio Romano, aunque el emperador forzó el retorno de los camavos a Hamaland (un distrito ahora holandés en la actual Güeldres). Todavía hoy, en Flandes (Bélgica) y Holanda se siguen hablando el holandés, una lengua de origen germánico. De este modo, los francos se convirtieron en el primer pueblo germánico que se asentó de manera permanente dentro de territorio romano.
Algunos francos prosperaban en suelo romano, como Flavio Bauto y Arbogastes, militares que apoyaban la causa de los romanos, mientras que otros reyes francos, como Malobaudes eran activos en el suelo romano por razones opuestas. Después de que la caída de Arbogastes tras su suicidio en la Batalla de Frígido, su hijo Arigio tuvo éxito al establecer un condado hereditario en Tréveris, y después de la caída del usurpador Constantino III, algunos francos apoyaron al usurpador Jovino (411).
A pesar de ser aliados de Roma —de hecho contribuyeron a defender las fronteras tras el paso de las tribus germánicas por el Rin en el 406— desde la década de 420, los francos aprovecharon la decadencia de la autoridad romana sobre la Galia, para extenderse al sur, de manera que fueron conquistando gradualmente la mayor parte de la Galia romana al norte del río Loira y al este de la Aquitania visigoda.
La invasión de los francos presionó hacia al suroeste, más o menos entre el Somme y la ciudad de Münster (en la Renania del Norte-Westfalia actual), y avanzó por la región parisina, donde terminaron con el control romano que ejercía Siagrio en el 486, y prosiguió hacia los territorios al sur del río Loira, de donde se expulsó a los visigodos a partir del 507.

Los merovingios.
Lo poco que ha sobrevivido acerca de los reinos de los primeros jefes francos, Faramond (aproximadamente entre 419 y 427) y Clodión (aproximadamente entre 427 y 447), parece tener más de mito que de realidad, y su relación con la dinastía de los merovingios permanece poco clara.
Gregorio menciona a Clodión (Chlodio) como el primer rey que inició la conquista de la Galia al tomar «Camaracum» (actual Cambrai) y expandir la frontera hasta el río Somme, esto es, su territorio incluiría la región de la Toxandria (en el Brabante actual, entre las desembocaduras de los ríos Mosa y Escalda) y tendría como centro la ciudad y obispado de Tongeren (civitatus Tungrorum), desde donde se ampliaría hasta Cambrai (Camaracum) y el río Somme. Esto probablemente llevó su tiempo; Sidonio Apolinar relata como Aecio tomó a los francos por sorpresa, haciéndoles retroceder (probablemente alrededor de 431). Este período marca el inicio de una situación que se prolongaría durante siglos: los francos germánicos se convirtieron en soberanos de un número cada vez mayor de súbditos galorromanos.
En 451, Aecio pidió ayuda a sus aliados germánicos en suelo romano para repeler una invasión de los hunos. Mientras que los francos salios le apoyaron, los renanos lucharon en ambos bandos, dado que muchos de ellos vivían fuera del Imperio.
Los sucesores de Clodion son figuras poco conocidas. Las fuentes de Gregorio identifican sin demasiada seguridad a Meroveo (Merovech) como el rey de los francos, epónimo de la dinastía y posible hijo de Clodión. Meroveo fue sucedido en el trono por Childerico I, en cuya tumba, descubierta en 1653, se encontró un anillo que lo identificaba como rey de los francos, y al parecer gobernó un reino de francos salios en Tournai como foederatus del Imperio Romano.

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